Se le conoce principalmente como Superman, el Hombre de Acero o el último hijo de Krypton pero se le reconoce sin ningún problema en prácticamente todo el mundo por su iconografía y por todo lo que representa. Desde su nacimiento hace la friolera de 75 años, el padre de los superhéroes ha librado infinidad de batallas en todos los medios habidos y por haber, habiendo aparecido en hasta seis películas hasta hoy: las cuatro protagonizadas por Christopher Reeve, la secuela/homenaje representada por Brandon Routh y el actual reinicio de la franquicia, “El Hombre de Acero” / “Man of Steel”, con Henry Cavill a la cabeza del reparto.
Es de esta última aproximación del séptimo arte al icono de Superman de la que nos toca hablar hoy tras haber visto la película y poder valorar in situ si ésta es la película de Superman que merecemos tanto los seguidores más acérrimos del personaje como cualquier otro espectador que quiera acercarse a curiosear por la sala. Y, por supuesto, si ésta es la adaptación que un personaje tan longevo y reconocido merece.
Antes de empezar con la crítica me gustaría dejar claras un par de cosas. La primera es que hay spoilers, es complicado analizarla sin destriparla un poco, aunque vamos a intentar que sea lo mínimo posible. La segunda cosa es que, aunque las comparaciones son odiosas, éstas son inevitables muchas veces. La intención es la de realizar una crítica evaluando el trabajo como película y como adaptación, como si no existiera otra adaptación de Superman con la que comparar o en la que mirarse. Eso, como decíamos, es algo complicado de hacer porque a veces es inevitable comparar.
¿Empezamos?
Reinventando al héroe
Reiniciar una franquicia en el cine no es una decisión que puede tomarse a la ligera, sobre todo si partimos de un fracaso como fue el de “Superman Returns” en 2006. Pero entonces llega Nolan y consigue dar un motivo que impulsa a Warner Bros. y DC para intentarlo nuevamente con Superman: su trilogía de Batman conseguía quitarle el mal sabor de boca a todos los que quedaron horrorizados con el hombre murciélago de Joel Schumacher. ¿Por qué no intentarlo de la misma forma con Superman? Pensaron.
Para el proyecto contrataron a Zack Snyder como director. A priori parecía la decisión acertada con dos adaptaciones de cómics en su haber, “300” y “Watchmen”, ambas bien valoradas por el fandom, y el remake de “Dawn of the Dead”, con resultado también positivo. Así que Snyder se convertía así en la combinación perfecta: sabía adaptar personajes de cómic y rehacer películas clásicas dotándolas de mayor intensidad. Parecía una apuesta segura y lo cierto es que no se han equivocado.
A ello contribuyen, por supuesto, el guión, los actores y todo el trabajo de pre y post-producción. Henry Cavill no es que sea un excelente Superman, es que ES Superman. Su porte, su presencia, su carisma. Es Superman. El papel le sienta como anillo al dedo y si alguien había tenido dudas respecto a la elección o incluso se presenta en el cine con recelo debido al recuerdo de Christopher Reeve, saldrá satisfecho. Sobre todo hay que tener presente que desde la primera “Superman” hace ya 34 años y todo ha cambiado y evolucionado. El mundo necesitabaun nuevo Superman, más apegado, actual y humanizado y eso es lo que nos ofrecen desde el principio.
La magia de Snyder, Goyer y Nolan
Para lograr todo esto se necesitaba un equipo repleto de talento que le diera forma al proyecto. Contratar un buen director no era lo único necesario y se convertía en algo imprescindible tener un guión y un enfoque acertados. Eso es lo que aportaron David S. Goyer y Christopher Nolan, metidos de lleno aún en ultimar los detalles de la tercera película de la trilogía del murciélago. El enfoque más oscuro y realista de las películas de Batman de Nolan, junto a su trabajo como consultor y productor en el reinicio del hombre de acero, es el punto de partida que necesitan para adecuar el guión de Goyer hasta el producto final que ha llegado a los cines. Un guión que respeta la esencia del personaje y la adecúa a nuestros días sin dejar de lado ninguno de los aspectos más característicos del héroe.
Superman crece con el espectador y poco a poco va aprendiendo y revelando sus poderes, sin sorpresas. Las habilidades de Kal-El en la Tierra entran dentro de lo canónico del personaje, sin añadir nuevos poderes o curiosidades extrañas como la de reconstruir la muralla china solo con su mirada. Superman vuela, tiene superfuerza y supervelocidad y además es capaz de usar su visión calorífica o su visión de rayos X. Fuera se han quedado otros poderes como su aliento de hielo pero seguro que los veremos en las más que probables secuelas.
Pero la adaptación de Superman, aunque canónica, es bastante diferente de la de boyscoutt moralmente superior a todos los hombres y de ética inquebrantable. Es un Superman mucho más humano, que comete errores de los que arrepentirse y que debe aprender a usar sus poderes y a encontrarse a sí mismo a base de buscar, probar y equivocarse. Este Superman es un héroe con el que uno puede identificarse y llegar a sentir complicidad, por sus dudas, por su incertidumbre y por lo que ha sufrido desde su origen.
El nuevo Krypton
El planeta natal de Superman se ha visto convertido en un mundo muy distinto a lo que nos tienen acostumbrados. Seguro que muchos recuerdan el Krypton que nos representaron en la primera adaptación de Superman a la gran pantalla: un mundo aséptico, muy avanzado tecnológicamente y completamente distinto al nuestro en todos los aspectos.
En “El Hombre de Acero” se mantiene el gran avance tecnológico pero ese mundo y sus habitantes son muy parecidos a los humanos en la forma de comportarse. Atrás queda ese mundo blanco impoluto y la cordialidad señorial para dejar paso a un mundo mucho más salvaje e inhóspito lleno de criaturas extrañas, pero extremadamente avanzado en los campos de la ciencia y la tecnologia.
Krypton le saca miles de años de evolución a la Tierra y eso queda claro desde el primer minuto. Allí, desde hace tiempo, los niños nacen de forma articificial con una programación predeterminada en función de las necesidades de la sociedad. No existe el libre albedrío y los destinos de cada uno se escriben antes de nacer. De esta forma se justifican todas las motivaciones del villano de la película, programado para proteger Krypton bajo cualquier circunstancia.
Arrodillados ante Zod
Todo gran héroe necesita un villano a la altura y Michael Shannon cumple de sobras como General Zod. El villano es carismático y tiene una clara motivación que, si en algún momento nos plantea alguna duda por lo cruel y radical de sus intenciones, se nos justifica siempre con la programación recibida durante su gestación.
Zod quiere salvar Krypton, a su manera y a toda costa, si es necesario arrasando con toda la vida del planeta Tierra. Sus motivaciones están claras y pueden entenderse. No es un villano como tal. No busca el caos o la destrucción injustificada. Simplemente quiere ver como su pueblo resurge y sobrevive. Quiere de vuelta a Krypton.
Esas motivaciones y la misma procedencia extraterrestre que la de nuestro héroe convierten a Zod en un rival imponente e inmensamente poderoso, capaz de presentar un desafío para padre (aún en Krypton) e hijo, asemejándose así un poco a la clásica obra de teatro de Shakespeare, “Hamlet”, aunque Zod y Jor-El no sean hermanos. Junto a su ejército de kryptonianos, Zod representa una amenaza como nunca antes habíamos visto, un ejército de Supermanes (con la actriz Antje Traue como la implacable Faora a la cabeza) a sus órdenes a los que el verdadero Superman debe plantar cara con su falta de experiencia y prácticamente solo.
Aunque por suerte para él, siempre hay alguien para echarle una mano.
Lois Lane y el resto de personajes: Desde la casa de El hasta los Kent
Una vez narrada la destrucción de Krypton saltamos hasta la etapa adulta de Clark Kent directamente, dejando claro así que no estamos ante una película para narrar los orígenes de forma convencional. Lois Lane no tarda mucho en aparecer en escena y empezar a meter las narices donde no la llaman como bien sabe hacer. Amy Adams interpreta a una Lois que, lejos de ser una damisela en apuros, cumple con su papel de mujer de armas tomar en busca de la verdad en pos del buen periodismo. Su búsqueda se ve truncada por una revelación suficientemente grande como para compartirla con el mundo hasta que éste esté preparado pero las cosas se tuercen demasiado y el secreto termina por reventarle en la cara.
El problema aquí está en que pasa a ser una pieza imprescindible dentro de un argumento que realmente no la necesita tanto. Estamos de acuerdo en que Lois Lane es una parte fundamental de la vida de Clark Kent y, por supuesto, de Superman, pero en uan película para narrar los orígenes no es necesario que se la lleven por orden de Zod y consiga con la ayuda de la inteligencia artificial de Jor-El desmantelar la nave kryptoniana como si nada.
La relación entre Superman y Lois está forzada. Desde el guión se busca unirlos pero se ha hecho a marchas forzadas, sin que surgiera de forma natural esa unión, provocando situaciones que restaban credibilidad a la situación, sobre todo en la segunda mitad de la película, en la que el diálogo queda relegado a un segundo plano.
Lo mismo sucede con el resto de personajes. La presencia de Perry White y la plantilla del Daily Planet es meramente testimonial. Son personajes prescindibles y si hubieran decidido matar a alguno de ellos a lo largo de la amplia destrucción de Metropolis no hubiera cambiado nada. De hecho, eso le hubiera sumado algo de credibilidad a la película.
Los padres biológicos de Clark cumplen bien con su cometido. La presencia de Jor-El (interpretado por Russel Crowe) en la película es excesiva y quizás debería haberse reducido a las escenas de Krypton y flashbacks, dejando de lado su aparición como una inteligencia artificial para mostrar a Kal-El sus orígenes. Quizás se podía haber reducido a una presencia holográfica más clara para no dar la impresión de seguir vivo. La madre, Lara, ejerce de madre y poco más. Ninguna queja para ella y su papel. No es así con los Kent, padres adoptivos de Clark.
Jonathan Kent (interpretado por Kevin Costner) cumple su rol de padre protector pero peca de sobreprotector. Sabe que su hijo está destinado a hacer cosas increíbles pero en vez de animarlo le corta las alas y le sugiere que deje morir a gente para poder vivir escondido. Las comparaciones son odiosas, sí, pero eso no es lo que nos enseñaron otros Jonathan Kent. Martha (interpretada por Diane Lane), por su parte, es la madre cariñosa y afectiva de siempre, con un papel de soporte que poco a porta a la trama más que algún toque de humor y de humanidad para Superman. Está correcta, sin más.
Sí tienen más trascendencia algunos de los militares, en concreto el Coronel Hardy (interpretado por Chris Melony), aunque su papel no vaya más allá del escéptico militar que no confía en el alien superpoderoso hasta que comprueba que efectivamente puede hacerlo.
De la calma a la tempestad
Sobre la película, cabe decir que se puede dividir en dos actos bien diferenciados. Tras explicarnos el origen de Superman, la destrucción de Krypton y el viaje del héroe para encontrarse a sí mismo, todo en una primera parte de la película en la que prima la narrativa y la intención de conmover al lector, nos metemos de lleno en una segunda parte que cambia completamente el tono de la cinta.
El paso de una parte a otra es brusco. En un momento estamos viendo como Clark encuentra la nave perdida de unos exploradores kryptonianos que llegaron a la Tierra veinte mil años atrás, la lleva al polo norte para usarla como una suerte de Fortaleza de la Soledad, conoce a su difunto padre biológico y sus orígenes, aderezado con flashbacks de su niñez con los Kent y, de repente, acción desenfrenada. Clark Kent adopta su destino como Superman y minutos después se hace patente la amenaza de Zod a la Tierra. Superman debe salir a la luz,sin habernos dado ni un solo momento como héroe(ya fuera deteniendo un pequeño robo o bajando un gatito de un árbol) y directamente se planta frente al ejército para cumplir las exigencias de Zod. Es algo similar a cómo se enfrentan a la exposición del héroe ante el mundo en “Superman: Tierra Uno Vol.1”. A partir de aquí, acción, golpes, explosiones y gritos. Muchos gritos.
Si algo caracteriza a esta nueva adaptación de Superman es la alta dosis de espectacularidad en las numerosas escenas de acción, los efectos especiales que las acompañan y, después de muchos años de espera, poder ver a Superman en todo su esplendor en el cine. De eso no hay ninguna duda. Jamás habíamos visto así a Superman antes. El problema es que quizás hemos ido de un extremo a otro, de no ver prácticamente nada de acción a llenar la mitad de esta película de momentos frenéticos que se siguen uno a otro sin casi dar un respiro. No seré yo el que se queje ante tal despliegue de medios y demostración sobre cómo debe adaptarse Superman, pero en la segunda mitad de la película se sacrifica parte de la profundidad que se había conseguido con la primera mitad. No es necesariamente malo pero quizás algo más balanceado hubiera sido mejor. O quizás no. Quizás si hubiera habido menos acción estaríamos todos quejándonos precisamente de eso.
En cualquier caso, si esta alta dosis de acción se convierte en un digno espectáculo es gracias a la mano de Snyder como director. Si con sus anteriores trabajos ha quedado algo claro es que en materia visual es un maestro. Donde siempre falla es en el guión pero afortunadamente en este caso no era trabajo suyo, así que tenemos entre manos al mejor Snyder que podíamos esperar. Y se nota.
Lo curioso es que pese a ser una cinta del afamado director, es su primera parte la que más consigue conectar con el espectador y tocar su fibra sensible, a pesar de la espectacularidad de la segunda mitad.
Referencias por doquier
Como viene sucediendo desde hace muchísimo tiempo, en este tipo de películas nos encontramos con referencias a otros personajes de la misma casa que edita los cómics. Tanto DC como Marvel llevan haciéndolo desde hace años, incluso antes de hablar de universos compartidos en el cine.
Unos camiones con el logotipo de LexCorp son la prueba de la existencia de Lex Luthor, por si cabía alguna duda, y lo mismo sucede con Bruce Wayne y el satélite de Wayne Enterprisesque destruyen Superman y Zod en el clímax de su batalla final. Batman existe en este mismo mundo y así, Superman no es el único héroe que saldrá a la luz. Hay referencias también a la posible existencia de Supergirl en la Tierra (u otro kryptoniano desconocido) así como de la existencia de Laboratorios S.T.A.R., responsables de la creación de Cyborg.
Otra curiosa referencia nos la encontramos en el actor Alessandro Juliani, que en “El Hombre de Acero” interpreta el pequeño papel de Oficial Sekowsky. ¿Qué tiene de curioso? Pues que el actor estuvo en la serie “Smallville” como el Dr. Emil Hamilton. De “Smallville” tenemos también una ligera referencia a Chloe Sullivan y como éstas podríamos hacer una extensa lista examinando minuciosamente cada detalle, en los que se encuentran más referencias al universo DC y al mundo de Superman en particular.
De John Williams a Hans Zimmer
La banda sonora de la cinta ha sido desde el primer momento uno de los puntos más controvertidos del reinicio. El tema clásico de Superman escrito por John Williams es un himno, algo que se asocia inmediatamente con el personaje y que hemos podido escuchar en las películas anteriores así como en el episodio final de “Smallville” o incluso en el videojuego“LEGO Batman 2: DC Super Heroes”. Romper con eso no iba a ser fácil y el sustituto lo iba a tener muy complicado para ganarse el favor de los fans y del público en general.
Pero si algo estaba claro es que si querían desmarcarse de lo ya visto anteriormente, si querían hacer un nuevo Superman enmarcado en un nuevo tono estaban obligados a dejar atrás el clásico tema del hombre de acero y crear algo acorde con la actual reintepretación del personaje. Hans Zimmer logra una banda sonora que encaja a la perfección con la personalidad del reinicio sin olvidarse del aura de epicidad que debería desprender para acompañar a un personaje como Superman. Lo consigue y en líneas generales la banda sonora consigue ayudar a transmitir el mensaje de estar ante la película definitiva de Superman.
Sin duda muchos echarán de menos el mítico tema de John Williams pero hay que aprender a mirar adelante. Hans Zimmer es un excelente sustituto y de la misma forma que ha sucedido con la trilogía de Batman de Nolan, hace un trabajo remarcable, aunque en el caso que nos ocupa no sea el más brillante de su carrera. A esto último no ayuda tener que competir con un tema tan clásico y querido como el de John Williams pero no se puede hacer un reinicio bien sin partir desde cero.
Un final controvertido
Puesto que se trata de un reinicio, de una reinvención del mito del héroe y del personaje en sí, muchas cosas se han cambiado. Una de las más controvertidas es el cambio en la ética incorruptible del personaje. Superman ha representado durante años el ideal del super hombre, moralmente superior a cualquier otro mortal. Desde hace un tiempo, debido a la necesidad que tienen las historias actuales de acercar al público historias en las que no todo es blanco y negro sino que se habla también de una escala de grises, esa inquebrantabilidad en la moral de Superman se ha visto comprometida en numerosas ocasiones. Se ha criado entre humanos pese a no ser uno de nosotros y como tal, puede equivocarse. Su juicio puede nublarse. Puede tomar decisiones cuestionables cuando no parece haber otra salida.
El final de “El Hombre de Acero” es una de esas decisiones cuestionables. ¿Era necesario matar a Zod para evitar perder más vidas? La respuesta corta es que sí, que era un mal necesario para así detener la masacre indiscriminada. La respuesta larga nos metería de lleno en un debate que se ha librado durante años en los cómics y en la vida real. ¿Matar al villano te deja a la misma altura del villano, aunque sea la única forma de pararlo? Podríamos hablar sobre esto durante horas y quizás no llegar a un acuerdo. En lo que sí sería más fácil encontrar un punto en común es que el ideal de Superman es el de preservar toda vida, incluso la más miserable, encontrando siempre una solución que evite matar. Ése es el Superman con el que muchos hemos convivido durante años y encontrarnos con algo así no nos ha dejado indiferentes a ninguno. No obstante, al tratarse de una película, doblar ligeramente el mito de Superman para cuestionar su moral y hacerlo más humano es un punto interesante a tratar. Un final controvertido pero aceptable, aunque muchos no estarán de acuerdo en este punto.
La decisión que sí me parece algo más cuestionable es la muerte de papá Kent. Que Clark decida quedarse al margen por miedo o por obediencia es algo injustificable completamente. Jonathan Kent era un buen hombre pero podía equivocarse y dudo mucho que cualquier persona estuviera dispuesta a dejar morir a su padre pudiendo salvarlo solo para evitar exponer al mundo sus grandes habilidades. La intención de preservar toda vida, a toda costa, ya queda clara queno existe como tal. El final de la película queda más lógico ante esta decisión incomprensible.
La ausencia de la kryptonita
La que sí ha sido una decisión comprensible es la de dejar fuera de la equación a la onmipresente kryptonita, una de las pocas cosas capaces de mermar, e incluso matar, al imparable Superman.
Durante años ha sido el Deux Ex Machina de centenares de historias. La forma de resolver muchos conflictos que implicaban a Superman. La solución rápida y fácil de la que, por primera vez en mucho tiempo, han sabido prescindir con gran acierto.
La kryptonita es una de las cosas que puede detener a Superman o a cualquier otro kryptoniano, pero no es la única. Una fuerza bruta comparable, la radiación del sol rojo o incluso la magia han sido también parte de su talón de Aquiles, raramente exploradas en el cine. Por suerte, en el guión de Goyer la kryptonita ha quedado totalmente olvidada y se ha optado por presentar un rival digno para el hombre de acero.
Conclusión
Los papeles de Henry Cavill y Michael Shannon como Clark Kent / Superman y General Zod son, sin ningún tipo de dudas, uno de los puntos fuertes de una película que le ha hecho justicia a un personaje tan grande que cualquier persona del mundo podría reconocer. “El Hombre de Acero” es la historia de cómo Clark Kent descubre sus orígenes y ocupa su lugar en el mundo como su mayor héroe, Superman, pero no nos habla de la vida de Clark Kent más allá de los hechos imprescindibles para conocer su camino hasta ser quien es actualmente. Ésta es una historia sobre Superman. El resto de personajes cumplen con sus roles y poco más, unos mejor que otros.
Zack Snyder logra dirigir una película visualmente espectacular que peca de un cambio de ritmo bastante acusado más o menos a la mitad de la película. De ser una película humana sobre un extraño en un mundo que no le entenderá a ser una película repleta de acción, como difícilmente se ha visto antes. Seguramente es lo que los seguidores del personaje estaban deseando pero algo un poco más equilibrado, sin un cambio tan brusco, y con actos heroicos en medio, hubiera sido más acertado.
No es oro todo lo que reluce bajo el sol amarillo pero sin duda Superman ha logrado volar muy alto con esta película. La elección del villano, dejando a un lado a Lex Luthor y el tan recurrido uso de la kryptonita, es todo un acierto por parte del guión. Zod es un adversario temible. Si a eso le añadimos el toque más humano y las dudas que atormentan al personaje, la conclusión de la película se vuelve bastante lógica a pesar de la controversia generada. Dentro de lo que cabe, era el mal menor aunque posiblemente la solución más fácil.
La gran mayoría de los fallos los hemos ido comentando a lo largo de la crítica, aunque siendo puntillosos podríamos hilar más fino aún y sacar más punta de algunos. Sirvan como ejemplo la amplia destrucción de Metropolis en la que ningún miembro de la plantilla del Daily Planet resulta apenas herido o la difícil decisión de matar a Zod por parte de Superman frente a la facilidad con la que acepta que lancen su nave para enviar a todos los kryptonianos a la zona fantasma o matarlos. Que Lois esté siempre en el lugar correcto, incluso después de que Superman se haya enfrentado a Zod a lo largo y ancho de miles de kilómetros (destruyendo un satélite del pobre Bruce Wayne por el camino) tampoco ayuda. A pesar de éste y otros problemas, perdonables en mayor o menor medida, la película cumple lo que promete: un reinicio mucho más que decente sobre un personaje que necesitaba un cambio de aires.
“El Hombre de Acero” es la película de Superman que estábamos esperando. Son otros tiempos y ya es hora de dejar atrás la primera “Superman”, de Richard Donner y Chistopher Reeve, aunque sin olvidar que ésta nos hizo creer que un hombre podía volar. Ahora toca mirar hacia delante, con un nuevo Clark Kent, un nuevo Superman, un nuevo hombre del mañana que nos abrirá la puerta al universo compartido de DC Comics y que nos hará creer no solo que un hombre puede volar sino que puede lograr lo imposible. Al fin y al cabo, es Superman.
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